Morir Para Vivir
La Respuesta Bíblica a la Mortalidad
Muerte. La verdad es que no nos gusta pensar en este tema. Nos recuerda demasiado fácilmente la fragilidad de nuestras propias vidas. ¿Pero por qué debe ser así?
- Explora la respuesta a esta pregunta dada por Dios en La Biblia.
- Infórmate sobre el origen y la causa de la muerte.
- Descubre la esperanza que Dios ofrece a aquellos que están dispuestos a oírlo.
Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los Muertos. ~ 1 Pedro 1:3
Muerte. A nadie le gusta pensar en eso. No importa lo que creas sobre la muerte, la pérdida, la congoja, el dolor de cuando pierdes a alguien cercano es inconmensurable. El vacío nunca se llena realmente, aunque el tiempo suaviza el golpe. Los recuerdos preciosos y agradables, llegan a tiempo para aliviar la aflicción.
La muerte es un recordatorio de la fragilidad de la vida. Sabemos que se acerca el momento en que nuestro propio cuerpo comenzará a fallar de varias maneras. El aumento de las dolencias se corresponde con la cantidad de píldoras que debemos ingerir.
Llamamos a esto “mortalidad”. Podemos discutir esto como una abstracción, una gran pregunta teológica, pero la dura realidad es que la muerte con todo su dolor, pena y congoja está siempre presente en nuestras vidas y en todo aquello que nos rodea.
¿Pero Por qué? ¿Por qué tiene que ser así?
Algunos aceptan morir como sólo una parte del gran accidente cósmico llamado “vida”, un elemento necesario en un proceso evolutivo para hacer organismos más adecuados y así llenar los nichos de nuestro mundo.
¿Realmente hace esto que la muerte sea más fácil? Dado que nos hace tan insignificantes en el esquema más amplio de la existencia, puede aumentar la sensación de angustia frente a la muerte en vez de reducirla.
Otros encuentran consuelo en creer que continuarán existiendo después de la muerte; que la muerte es realmente una etapa de transición a otro lugar, o simplemente el reciclaje de la esencia de la vida en otra criatura viviente.
Ambos puntos de vista han existido durante mucho tiempo. Nos aferramos a uno u otro de estos para darle un sentido a la muerte, dar alguna respuesta a la dura realidad de este desagradable visitante en nuestras vidas.
¿Cómo saber si lo que crees es realmente la verdad?
Este folleto expone que la única fuente para encontrar una respuesta confiable a estas preguntas acerca de la muerte y la mortalidad provienen de Dios quien nos creó, y su palabra escrita y su testimonio, la Biblia.
Este folleto no intenta defender la veracidad de la Biblia; ver otro folleto de esta serie.11 Is there really a Living God? El objetivo aquí será ver lo que dice la Biblia y considerar cuidadosamente su mensaje, el cual ofrece comprensión acerca de la muerte que tiene sentido y brinda verdadera esperanza y consuelo frente a la mortalidad.
¡La mejor parte de todo esto es que la respuesta de Dios a nuestra pregunta no se basa en ilusiones o conjeturas, sino en un hecho irrebatible de la historia!
El Principio de la Vida Humana
Tiene sentido comenzar nuestra exploración desde el principio, volver al primer testimonio de Dios sobre la existencia humana en Génesis:
Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente. (Génesis 2:7)
Estas palabras son simples y directas: Dios usó el polvo de la tierra para hacer el primer hombre.2El idioma original del texto (hebreo) es aún más enfático: no hay ‘de’ en el texto que indique que el hombre está hecho sólo de polvo (de la tierra) y nada más. Podemos sacar las siguientes observaciones de este versículo:
#1 | El origen del hombre es del polvo, no del mar u otro lugar. |
#2 | El aliento de vida dado por Dios llenando las fosas nasales y pulmones de este hombre es lo que dió vida a este polvo formado de nuevo en una forma increíble. |
#3 | El resultado fue “un ser vivo” contrario a su estado anterior: un ser muerto y sin vida. |
Eso fue todo. Gráficamente tendríamos:
El Fin de la Vida Humana
Esta simple frase de Dios hace que la próxima declaración sobre el destino humano sea mucho más clara. En Génesis 3, después de que el primer hombre y la primera mujer decidieron desobedecer a Dios al comer el fruto prohibido, Dios los juzga:
Comerás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste tomado; porque polvo eres, y al polvo volverás. (Génesis 3:19)
Fíjate cómo Dios es nuevamente muy claro acerca de nuestro origen humano, “polvo eres, y ahora nuestro fin, “al polvo volverás”.
Esta declaración de Dios se corresponde con otra escritura en el libro de Job (uno de los primeros libros del Antiguo Testamento):
Si Dios pensara sólo en sí mismo, y retomara su espíritu y su hálito de vida, ¡todos nosotros moriríamos al instante y la humanidad entera volvería a ser polvo. (Job 34:14-15)
Para volver a poner esto en una forma más visual, tendríamos:
La verdad de esta descripción es vívidamente reforzada por una declaración de Dios a sus ángeles después de que el primer hombre y la primera mujer desobedecieran:
Dios el Señor dijo: “Ahora el hombre es como uno de nosotros, pues conoce el bien y el mal. No vaya a ser que extienda la mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.” Entonces el Señor lo sacó del huerto de Edén, para que cultivara la tierra, de la cual fue tomado. Echó fuera al hombre, y al oriente del huerto de Edén puso querubines, y una espada encendida que giraba hacia todos lados, para resguardar el camino del árbol de la vida. (Génesis 3:22-24)
Dios se aseguró de que el primer hombre y la primera mujer (así como cualquiera de sus descendientes) nunca olvidarían que vivir para siempre ahora estaba completamente fuera de su alcance. Serían expulsados del huertoy se les negaría el acceso al árbol de la vida. Iban a volver al polvo, quisieran o no. Deja que estas palabras penetren en tu mente, ya que conducen a una conclusión muy desconcertante…
La Muerte es Real y Permanente
En otras palabras, la muerte es en realidad lo opuesto a la vida y es permanente, salvo que intervenga Dios. Es un mensaje que se repite una y otra vez a lo largo del Antiguo Testamento, como lo demuestran los pasajes de la página siguiente.
Referencias Bíblicas
Cuando Adán había vivido ciento treinta años, engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y le puso por nombre Set. Y los días de Adán después de haber engendrado a Set fueron ochocientos años, y engendró hijos e hijas. El total de los días que Adán vivió fue de novecientos treinta años, y murió. (Génesis 5:3-5)
Y pereció toda carne que se mueve sobre la tierra: aves, ganados, bestias, y todo lo que pulula sobre la tierra, y todo ser humano; todo aquello en cuya nariz había aliento de espíritu de vida, todo lo que había sobre la tierra firme, murió. (Génesis 7:21-22)
Porque no hay en la muerte memoria de ti; en el Seol, ¿quién te dará gracias? (Salmos 6:5)
Se acordaba de que ellos eran carne, un soplo que pasa y no vuelve. (Salmos 78:39)
Porque Él sabe de qué estamos hechos, se acuerda de que somos solo polvo. El hombre, como la hierba son sus días; como la flor del campo, así florece; cuando el viento pasa sobre ella, deja de ser, y su lugar ya no la reconoce. (Salmos 103:14-16)
No confiéis en príncipes, ni en hijo de hombre en quien no hay salvación. Su espíritu exhala, él vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos. (Salmos 146:3-4)
Porque la suerte de los hijos de los hombres y la suerte de los animales es la misma: como muere el uno así muere el otro. Todos tienen un mismo aliento de vida; el hombre no tiene ventaja sobre los animales, porque todo es vanidad. Todos van a un mismo lugar. Todos han salido del polvo y todos vuelven al polvo. (Eclesiastés 3:19-20)
Porque los que viven saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, ni tienen ya ninguna recompensa, porque su memoria está olvidada. En verdad, su amor, su odio y su celo ya han perecido, y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace bajo el sol. (Eclesiastés 9:5-6)
La fría realidad de la muerte es quizás la lección más difícil que Dios tiene que enseñarnos. Nuestro deseo implícito es negar estas cosas, creer que la vida debe continuar de alguna forma. Varias filosofías nos atraen en esa dirección, y nos hacen pensar que realmente no vamos a morir. Es exactamente lo que la serpiente le dijo a la mujer: “Ciertamente no moriréis.” (Génesis 3:4)
Dios interviene
Dios nos creó. Luego trajo la muerte a nuestra experiencia. Pero la intención de Dios no era llenar este mundo con muertos; más bien, ¡con los vivos!
Porque así dice el Señor que creó los cielos (Él es el Dios que formó la tierra y la hizo, Él la estableció y no la hizo un lugar desolado, sino que la formó para ser habitada): “Yo soy el Señor y no hay ningún otro.” (Isaías 45:18)
Tiene lógica, por tanto, que Dios proveería algún tipo de liberación de la terrible finalidad de la muerte. Esto se sugiere en Génesis 3.
Dos cosas nos indican que Dios pretendia, desde el principio intervenir en las circunstancias desesperadas de la humanidad.
#1 | Aunque Dios dijo que el hombre y la mujer morirían el día que comieran de la fruta (Génesis 2:17), no mueren inmediatamente. La misericordia de Dios extendió la vida. Adán entendió el alcance de esta misericordia cuando llamó a su esposa “Eva”, que significa “la madre de todos los vivientes”. Eva iba a vivir lo suficiente como para dar a luz a una familia (3:20). |
#2 | Dios colocó un ángel a la entrada del jardín, no para bloquear para siempre el acceso al árbol de la vida, sino para “guardar”, es decir, proteger y preservar este camino (3:24). La prueba de esta idea se encuentra en el último libro de la Biblia donde Jesús promete: “Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.” (Apocalipsis 2:7) |
Jesús es Prueba de Vida
Dios puede liberarnos del terrible fin de la muerte. Se sugiere al principio de la Biblia, pero ¿Lo hará realmente? ¡Lo que se convierte en un descubrimiento sorprendente es que Jesús resulta ser la prueba de que Dios puede y superará a la muerte! Jesús es el primer ser humano a quien Dios realmente libró para siempre de la mano fría de la muerte. Considere estas declaraciones bíblicas sobre Jesús:
Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, no volverá a morir; ya la muerte no tiene dominio sobre Él. (Romanos 6:9)
Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia; y Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que Él tenga en todo la primacía. (Colosenses 1:18)
Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los Muertos… yo soy el primero y el último, y el que vive, y estuve muerto; y he aquí, estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del Hades. (Apocalipsis 1:5,17-18)
Dios puede liberarnos del terrible fin de la muerte.
Estas son declaraciones poderosas y dramáticas que nos dicen claramente que Jesús ya no está sujeto al poder de la mortalidad y la muerte.
“El primogénito de entre los muertos” es también una declaración muy poderosa. La palabra “resurrección” se usa en la Biblia para describir a alguien que estuvo muerto y de nuevo ha cobrado vida. Jesús hizo esto al menos tres veces, una vez para un joven que iba a ser enterrado otra con una niña que murió de una enfermedad y otra por un amigo muy querido y cercano (Lázaro) que había estado muerto durante cuatro días. Además, en el Antiguo Testamento hay varias otras resurrecciones registradas.
Claramente, Jesús no podría ser el primogénito de la muerte, a menos que estas palabras describan algo más que simplemente volver a la vida para morir otra vez en un momento posterior.
Los pasajes citados anteriormente de Romanos y Apocalipsis son bastante claros: Jesús estuvo una vez vivo, luego murió irrefutablemente, pero ahora, está vivo de nuevo, para siempre. Lo que el primer hombre perdió al alejarse de Dios (la vida), a este hombre ahora, se lo es dado permanentemente. Como nos dice el pasaje en Romanos, la muerte ya no tiene ningún derecho sobre Jesús.
Quizás ahora podamos apreciar cuán importante fue la resurrección de Jesús para sus discípulos: “Después de su padecimiento, se presentó vivo con muchas pruebas convincentes…” (Hechos 1:3). La resurrección de Jesús fue la base para que ellos creyeran en la resurrección:
Entonces Pablo, dándose cuenta de que una parte eran saduceos y otra fariseos, alzó la voz en el concilio: Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos; se me juzga a causa de la esperanza de la resurrección de los muertos. (Hechos 23:6)
Teniendo la misma esperanza en Dios que estos también abrigan, de que ciertamente habrá una resurrección tanto de los justos como de los impíos. (Hechos 24:15)
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos. (1 Pedro 1:3)
¡Lo que se convierte en un descubrimiento sorprendente es que Jesús resulta ser la prueba de que Dios puede y vencerá
la finalidad de la muerte!
La Enseñanza de Jesús
Tres veces Jesús resucitó a personas muertas. La última de estas vale la pena mirar más de cerca. El relato se encuentra en Juan 11. Jesús y sus discípulos viajaron al valle del Jordán y cruzaron el río (Juan 10:40). La animosidad contra Jesús en el área de Jerusalén se había vuelto bastante intensa, por esto Jesús se había retirado (11:8-10).
Mientras estuvo aquí, Jesús recibió un mensaje urgente para regresar a Betania, un pueblo cercano a Jerusalén: Lázaro, un amigo muy cercano y querido, estaba muy enfermo y a punto de morir (11:3-6).
Sorprendentemente, Jesús se quedó dos días más. En esos dos días (el tiempo real de viaje para volver a Bethania), su amigo murió. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos algo desconcertante:
Dijo esto, y después de esto añadió: Nuestro amigo Lázaro se ha dormido; pero voy a despertarlo. Los discípulos entonces le dijeron: Señor, si se ha dormido, se recuperará. Pero Jesús había hablado de la muerte de Lázaro, mas ellos creyeron que hablaba literalmente del sueño. Entonces Jesús, por eso, les dijo claramente: Lázaro ha muerto. (Juan 11:11-14)
Observe cómo Jesús describió la muerte de Lázaro. Él dijo: “nuestro amigo Lázaro duerme.” Cuando uno duerme por la noche, se espera que se despierte por la mañana. Pero aquí, Jesús describe que la muerte es como un sueño. ¿Qué quiso decir con ello?
Cuando Jesús llegó a Betania, una de las hermanas de Lázaro corrió hacia él y gritó: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.” El intercambio entre Jesús y Marta es muy instructivo (Juan 11:23- 27):
Jesús: Tu hermano resucitará.
Marta: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final.
Claramente vemos la comprensión de Jesús y Marta de la esperanza que hay más allá de la muerte: la resurrección de los muertos en el último día.
Lo que Jesús dijo a continuación es verdaderamente notable … y desconcertante.
Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?
Martha: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que viene al mundo.
La Resurrección es la base de la esperanza verdadera. ¿Por qué?
Por el propio triunfo de Jesús sobre la mortalidad, Jesús es la prueba de Dios de que aquellos que reciben esta esperanza pueden compartir la misma victoria.
¡Jesús está declarando que Dios le había dado el poder de resucitar de entre los muertos a los que creen en él! Esto explica ahora por qué Pedro proclamó con tanta certeza que los discípulos de Jesús tienen “una esperanza viva mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos”. (1 Pedro 1:3)
La resurrección es la base de la esperanza verdadera. ¿Por qué? Por el propio triunfo de Jesús sobre la mortalidad, Jesús es la prueba de Dios de que aquellos que reciben esta esperanza pueden compartir la misma victoria.
Esta vista ahora explica una declaración misteriosa vista antes en Apocalipsis 1:18 donde Jesús afirmó: “Tengo las llaves de la muerte y del Hades.”
En el mundo antiguo, era el gobernante quien poseía las llaves de una ciudad, decidía quién podía quedarse y quién no. ¿Qué significa entonces que Jesús ahora tiene las llaves del Hades (palabra griega para sepulcro) y las llaves de la muerte?
Significa que Jesús tiene el poder de decidir quién se quedará en la tumba y quién no. También significa que tiene el poder de decidir quién recibirá la vida de forma permanente y quién no.
El Dormir de Los Muertos
Pero, ¿qué quiso decir Jesús cuando dijo que quien crea en él “no morirá jamás”? (Juan 11:26)
Para responder a esta pregunta, necesitamos ver como lo que acabamos de aprender refleja una verdad encontrada en otras partes de la Biblia.
Cuando Jesús fue enfrentado una vez por los Saduceos, una secta judía que no creía en la resurrección, la respuesta de Jesús es muy instructiva. Piensa en lo que dijo Jesús:
Entonces Jesús les dijo: Los hijos de este siglo se casan y son dados en matrimonio, pero los que son tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan ni son dados en matrimonio; porque tampoco pueden ya morir, pues son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. Pero que los muertos resucitan, aun Moisés lo enseñó, en aquel pasaje sobre la zarza ardiendo, donde llama al Señor, el Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Él no es Dios de muertos, sino de vivos; porque todos viven para Él. (Lucas 20:34-38)
La descripción de Jesús de cómo será la resurrección es instructiva por derecho propio, pero la forma en que Jesús demostró la resurrección a estos hombres que sólo aceptaban como divinos los primeros cinco libros de Moisés (Génesis-Deuteronomio) es extraordinario.
Sigue la lógica: cuando Dios se le apareció a Moisés en una zarza ardiente que no fue consumida, Dios declaró que Él es el Dios de los antepasados de Moisés (Abraham, Isaac y Jacob—ver la cita real en Éxodo 3:6).
¿Ves lo extraño de esta afirmación? Abraham, Isaac y Jacob ya estaban muertos y enterrados. En Hebreos dice: “Todos estos murieron en fe, sin haber recibido las promesas” (Hebreos 11:13). Por lo tanto, Dios debería haber dicho que era el Dios de estos hombres, sin embargo afirma “soy” en tiempo presente.
¿Cómo le damos sentido a todo esto? Siguiendo el ejemplo de Jesús: ¡Dios no ve a estos hombres como muertos permanentes! Más bien, Él ve que solo descansan en la tumba por un tiempo hasta que decida despertarlos entonces Ellos vivirán nuevamente:
Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el desprecio eterno. Los entendidos[a] brillarán como el resplandor del firmamento, y los que guiaron a muchos a la justicia, como las estrellas, por siempre jamás. (Daniel 12:2-3)
Jesús afirmó esta verdad en su propia enseñanza:
Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le dio al Hijo el tener vida en sí mismo; y le dio autoridad para ejecutar juicio, porque es el Hijo del Hombre. No os admiréis de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán: los que hicieron lo bueno, a resurrección de vida, y los que practicaron lo malo, a resurrección de juicio. (Juan 5:26-29)
Jesús usó una palabra especial cuando describió donde encontrará a los que serán resucitados por él: “sepulcro”. La palabra literalmente significa “lugar recordado”.
Qué apropiado es este término: aquellos que serán recordados, como Abraham, Isaac y Jacob, serán los que Jesús resucitará de entre los muertos. Ahora podemos entender lo que Jesús quiso decir cuando dijo que sus seguidores “nunca morirían”. ¡El lenguaje de la muerte ya no es aplicable a alguien que es visto sólo como “dormido” hasta que sea despertado de su tumba!
La Esperanza Para Aquellos en Cristo
Hay un pasaje final en la Biblia que fue escrito específicamente para ayudarnos a comprender la importancia de esta gran esperanza de resurrección y vida eterna. Aparece en una carta escrita por el apóstol Pablo a los primeros discípulos en una ciudad griega llamada Corinto.
Después de afirmar que Jesús fue visto después de su resurrección por los apóstoles de Jesús y más de quinientos seguidores, Pablo comienza a abordar con un problema grave: había gente en Corinto que afirmaba que no había resurrección de entre los muertos. Sigue el razonamiento de Pablo mientras aborda este problema:
Si no hay resurrección de muertos, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado; y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también vuestra fe. Aún más, somos hallados testigos falsos de Dios, porque hemos testificado contra Dios que Él resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Pues si los muertos no resucitan, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado; y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe es falsa; todavía estáis en vuestros pecados. Entonces también los que han dormido en Cristo han perecido. (1 Corintios 15:13-18)
Observa cuán crítica es la resurrección de Jesús para su propia esperanza de resurrección de entre los muertos. Si Jesús no resucitó, entonces estaban creyendo en una promesa vana e inútil. Peor aún, los que ya habían muerto (“dormido”) habían “perecido”, es decir, habían regresado al polvo permanentemente.
Pablo continúa su argumento basado en la verdad de aquellos que realmente presenciaron y tocaron al Jesús resucitado:
Mas ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los que durmieron. Porque ya que la muerte entró por un hombre, también por un hombre vino la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo en su venida. (1 Corintios 15:20-23)
Este es el punto final de Pablo:
Entonces vendrá el fin, cuando Él entregue el reino al Dios y Padre, después que haya abolido todo dominio y toda autoridad y poder. Pues Cristo debe reinar hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el último enemigo que será abolido es la muerte. (1 Corintios 15:24-26)
Tal como Dios pretendía desde el principio, la muerte finalmente será eliminada de su creación cuando Jesús termine su gobierno sobre este mundo.
No es de extrañar que Pablo se regocije en esta maravillosa esperanza que Dios ha traído a todos los que se volverán a Dios:
Pero cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Devorada ha sido la muerte en victoria ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde, oh sepulcro, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley; pero a Dios gracias, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. (1 Corintios 15:54-57)
Solicitud al Lector
Este folleto comenzó encarando la difícil situación que enfrentamos como humanos: estamos muriendo, realmente muriendo. No importa cuán disciplinados seamos con nuestras dietas y ejercicio, un día nos uniremos a todos los que están antes de nosotros en el polvo de esta tierra.
La Biblia dice que no tiene que ser así. Para aquellos que estén dispuestos a volverse a Dios con fe y confianza, a creer en sus promesas y obedecerlo siguiendo a su Hijo y sus enseñanzas, hay esperanza, esperanza real, de vivir de nuevo, ¡y para siempre!
Este es el mensaje vital del Cristo resucitado: lo que Dios ha hecho por su Hijo al resucitarlo de la muerte a la vida eterna, lo puede hacer y lo hará para todos los que confían en Cristo Jesús. La esperanza de la resurrección y la vida descansa sobre la roca sólida de la propia resurrección y vida eterna de Jesús. Esto es cierto no solo porque Jesús es la prueba de esta esperanza, sino que Dios también ha puesto en sus manos la resurrección y la vida de todos los que le pertenecen.
Lee este folleto nuevamente. Considera lo que lees. Nadie ha disputado realmente que hace dos mil años se encontró una tumba vacía, la tumba que contenía el cuerpo de Jesús. La pregunta que debes responder por ti mismo es esta:
¿cómo es que esta tumba se encontró vacía?
Quizás, y sólo quizás, descubras lo que descubrió el discípulo Pedro y podrás decir con él:
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos.
1 Pedro 1:3